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    DIE 31 DECEMBRIS

    SANCTI SILVESTRI I
    PAPÆ ET CONFESSORIS


    Duplex

    Introitus

    Joann. 21, 15-17

    S
    I DÍLIGIS me, Simon Petre, pasce agnos meos, pasce oves meas. Ps. 29, 1. Exaltábo te, Dómine, quóniam suscepísti me, nec delectásti inimícos meos super me. V/. Glória Patri. Si díligis.

    Oratio

    G
    REGEM tuum, Pastor ætérne, placátus inténde: et, per beátum Silvéstrum Summum Pontíficem, perpétua protectióne custódi; quem totíus Ecclésiæ præstitísti esse pastórem. Per Dóminum.

    Léctio Epístolæ beáti Petri Apóstoli

    I Petr. 5, 1-4 et 10-11

    C
    ARÍSSIMI: Senióres, qui in vobis sunt, obsécro consénior et testis Christi passiónum, qui et ejus, quæ in futúro revelánda est, glóriæ communicátor: páscite qui in vobis est gregem Dei, providéntes non coácte, sed spontánee secúndum Deum, neque turpis lucri grátia, sed voluntárie; neque ut dominántes in cleris, sed forma facti gregis ex ánimo. Et, cum appáruerit princeps pastórum, percipiétis immarcescíbilem glóriæ corónam. Deus autem omnis grátiæ, qui vocávit nos in ætérnam suam glóriam in Christo Jesu, módicum passos ipse perfíciet, confirmábit solidabítque. Ipsi glória et impérium in saécula sæculórum. Amen.

    Graduale. Ps. 106, 32, 31. Exáltent eum in Ecclésia plebis: et in cáthedra seniórum laudent eum. V/. Confiteántur Dómino misericórdiæ ejus; et mirabília ejus fíliis hóminum.

    Allelúja, allelúja. V/. Matth. 16, 18. Tu es Petrus, et super hanc petram ædificábo Ecclésiam meam. Allelúja.

    In Missis votivis, post Septuagesimam, omissis Allelúja, et Versu sequenti, dicitur:

    Tractus. Ps. 39, 10-11.
    Annuntiávi justitíam tuam in Ecclésia magna, ecce lábia mea non prohibébo: Dómine, tu scisti. V/. Justítiam tuam non abscóndi in corde meo: veritátem tuam, et salutáre tuum dixi. V/. Non abscóndi misericórdiam tuam, et veritátem tuam a concílio multo.

    Tempore autem Paschali omittitur Graduale, et ejus loco dicitur:

    A
    llelúja, allelúja. V/. Matth. 16, 18. Tu es Petrus, et super hanc petram ædificábo Ecclésiam meam. Allelúja. V/. Ps. 44, 17-18. Constítues eos príncipes super omnem terram: mémores erunt nóminis tui, Dómine. Allelúja.

    Sequéntia sancti Evangélii secúndum Matthaéum

    Matth. 16, 13-19

    I
    N ILLO témpore: Venit Jesus in partes Cæsaréæ Philíppi, et interrogábat discípulos suos, dicens: Quem dicunt hómines esse Fílium hóminis? At illi dixérunt: Alii Joánnem Baptístam, alii autem Elíam, alii vero Jeremíam aut unum ex prophétis. Dicit illis Jesus: Vos autem quem me esse dícitis? Respóndens Simon Petrus, dixit: Tu es Christus, Fílius Dei vivi. Respóndens autem Jesus, dixit ei: Beátus es, Simon Bar Jona: quia caro et sanguis non revelávit tibi, sed Pater meus, qui in cælis est. Et ego dico tibi, quia tu es Petrus, et super hanc petram ædificábo Ecclésiam meam, et portæ ínferi non prævalébunt advérsus eam. Et tibi dabo claves regni cælórum. Et quodcúmque ligáveris super terram, erit ligátum et in cælis: et quodcúmque sólveris super terram, erit solútum et in cælis.

    Credo, ratione Octavæ.

    Offertorium. Jerem. 1, 9-10.
    Ecce, dedi verba mea in ore tuo: ecce, constítui te super gentes et super regna, ut evéllas et destruas, et ædífices et plantes.

    Secreta

    O
    BLÁTIS munéribus, quaésumus, Dómine, Ecclésiam tuam benígnus illúmina: ut, et gregis tui profíciat ubique succéssus, et grati fiant nómini tuo, te gubernánte, pastóres. Per Dóminum.

    Præfatio et Communicantes de Nativitate, ratione Octavæ.

    Communio. Matth. 16, 18.
    Tu es Petrus, et super hanc petram ædificábo Ecclésiam meam.

    Postcommunio

    R
    EFECTIÓNE sancta enutrítam gubérna, quaésumus, Dómine, tuam placátus Ecclésiam: ut, poténti moderatióne dirécta, et increménta libertátis accípiat et in religiónis integritáte persístat. Per Dóminum.


    FONTE

  2. #12
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    SAN SILVESTRE, PAPA

    Martirologio de la Iglesia Católica
    San Silvestre I, papa, que piadosamente rigió la Iglesia durante muchos años, tiempo en el cual Constantino Augusto construyó basílicas venerables, y en el Concilio Niceno aclamó a Cristo como Hijo de Dios. En este día su cuerpo fue enterrado en Roma, en el cementerio de Priscila (335).

    +++

    Este Pontífice se ha hecho famoso porque le correspondió gobernar a la Iglesia Católica en la época en la que se acabaron las persecuciones y el emperador Constantino decretó plena libertad para practicar en todas partes la religión de Jesucristo.
    A San Silvestre le regaló Constantino el palacio de Letrán en Roma, y desde entonces estuvo allí la residencia de los Pontífices.
    También tuvo este Pontífice la suerte de poder construir (con ayuda del gobierno y de los fieles) la antigua Basílica de San Pedro en el Vaticano, y la primera Basílica de Letrán.

    Durante su Pontificado se reunió el Concilio de Nicea (año 325), en el cual los obispos de todo el mundo declararon que quien no crea que Jesucristo es Dios, no puede pertenecer a nuestra santa religión, y compusieron el Credo que rezamos los católicos.

    Dicen que a San Silvestre le correspondió el honor de bautizar a Constantino, el primer emperador que se hizo cristiano (todos los anteriores habían sido paganos).

    El Pontificado de San Silvestre duró 20 años y transcurrió todo en medio de gran tranquilidad y completa libertad para la Iglesia.

    Murió el 31 de diciembre del año 335, a edad muy avanzada.
    +++

    San Silvestre, con ese aire de despedida del año viejo, tiene una significación especial en la historia de la Iglesia, no ya sólo por sus virtudes, sino también por la época difícil y maravillosa, a su vez, que le tocó vivir.

    Debido a esta circunstancia, no es extraño que su venerable figura haya ido recogiendo a través de los siglos una multitud de leyendas piadosas, haciendo difícil distinguir entre ellas lo que pueda haber de falso o de verdadero.
    De San Silvestre nos hablan, casi por encima, los primeros historiadores cristianos: Eusebio de Cesarea, Sócrates y Sozomeno.
    Más noticias encontramos en la relación de los papas que trae el Catalogo Liberiano y, sobre todo, en la multitud de detalles con que adorna su vida el famoso Pontifical Romano.

    Fue compuesta esta obra en diversos tiempos y por diversos autores, y en lo que toca a San Silvestre, recoge de lleno sus célebres actas, elaboradas durante el siglo v, y que, a pesar de ser admitidas por algunos Padres antiguos, fueron siempre consideradas como espúreas por la Iglesia de Roma.

    El hecho de mezclar lo verídico con lo fabuloso, dieron a las actas de San Silvestre un gran predicamento durante toda la Edad Media, aunque pronto fueron cayendo en desuso, teniendo en cuenta, sobre todo, los dos hechos principales que en ellas se mencionan: la curación y conversión de Constantino y la donación que el emperador hace al papa Silvestre, no ya sólo de Roma, sino también de Italia y, como algunos llegaron a suponer, de todo ei Imperio de Occidente.

    Baronio, el autor de los Anales eclesiásticos, supone la autenticidad de las mismas y recurre al testimonio del papa Adriano I, que en el siglo Vlll las tiene como tales en una carta a los emperadores Constantino e Irene, cuando la lucha por las imágenes.
    Son citadas a su vez en la primera decretal del concilio II de Nicea, y autores no muy lejanos de la época, como San Gregorio de Tours y el obispo Hincmaro, traen a colación el bautismo de Constantino cuando narran el no menos famoso de Clodoveo.

    La leyenda del bautismo parece estar tomada de una vida romanceado de San Silvestre, cuya fecha y patria se desconocen, pero que bien pudieran ser de la segunda mitad del siglo V.
    Duchesne la hace venir de Oriente, por el camino que trajeron todas las que se referían a la invención de la santa cruz, a Santa Elena y al mismo Constantino.
    Para otros, sin embargo, toda la leyenda tiene un carácter netamente romano.

    Eusebio, el nada escrupuloso panegirista del emperador, nos dice con toda sencillez que Constantino fue bautizado al fin de su vida en Helenópolis de Bitinia, y nada menos que por un obispo arriano, Eusebio de Nicomedia.
    De ser cierto lo de las actas, no lo hubiera pasado por alto de ninguna de las maneras, pues vendría muy bien para exaltar la figura de aquel emperador, a quien hace lo posible por presentar como un príncipe simpatizante en todos sus hechos con el cristianismo.
    La costumbre, sin embargo, de aquellos tiempos, y, sobre todo, las disposiciones en que se encontraba el mismo Constantino, parecen convencer en seguida de lo contrario.
    Es verdad que manifiesta una verdadera simpatía por la nueva religión, pero no por eso deja de vivir en su juventud el paganismo depurado de su padre, Constancio Cloro.

    Cuando se proclama emperador en el año 306, adopta con la diadema el culto a la tetrarquía romana, y especialmente el de Júpiter y Hércules.
    Su contacto con los cristianos le lleva a un monoteísmo especial, que se concreta en el culto del sol invictus. Mas tarde, cuando vence a su rival Majencio en el 312, Constantino aparece identificado del todo con el cristianismo; pero este es supersticioso y con gran reminiscencia pagana.
    De hecho, nunca abandona las atribuciones de pontífice máximo, concibe el cristianismo como una religión imperial, semejante a la anterior, y en su misma vida no ofrece nunca las características de un auténtico convencido.
    Algo semejante ocurre en lo que se refiere a la "Donación Constantiniana".
    Ya el emperador Otón III, por el siglo Xl, afirmaba que, a pesar de ser tan popular, habia de tenerse el documento como falso.
    Esto lo demuestra con buenas razones el humanista del siglo XV Lorenzo Valla, y hoy aparece claro cómo la noticia se inventó entre los siglos Vlll y IX con el fin de justificar en Roma la donación que de las tierras conquistadas a los lombardos hacen a diversos papas Pipino el Breve y Carlomagno.

    Sólo teniendo en cuenta estas apreciaciones podemos conocer lo que de verdad hay sobre San Silvestre, sin temor a desvirtuar por ello su recia personalidad.

    Nace San Silvestre alrededor del año 270, en época de relativa paz para la Iglesia.
    Su padre, Rufino, le pone desde niño bajo la dirección del prudente y piadoso presbitero romano Cirino, y en seguida se empieza a distinguir por una abnegada caridad, ofreciendo su casa a todos los peregrinos que acudían a visitar la tumba de los apostoles.
    En una ocasión llama a su puerta Timoteo de Antioquía, gran apóstol de la palabra y de santa vida.
    Pronto se dan cuenta de ello los paganos, y una noche, cuando vuelve cansado a la casa de Silvestre, es apresado por las turbas y condenado a morir entre los más horribles tormentos.
    Silvestre no se atemoriza ante el peligro, y poco después, aprovechando las sombras de la noche, se apodera de las reliquias y les da honrosa sepultura.

    Sospechando el prefecto de Roma, Tarquinio Perpena de aquel celoso muchacho, y creyendo que acaso guardaba las riquezas que suponia tener Timoteo le manda llamar a su presencia, y entre ambos se entabla este diálogo, que nos han conservado las actas:

    —Adora al instante a nuestros dioses—le dice el prefecto—-y deposita en sus altares los tesoros de Timoteo, si es que quieres salvar tu vida.

    Silvestre no titubea, y más sabiendo la pobreza en que había vivido el mártir de Cristo.
    —¡Insensato!—le dice—, yerras si piensas ejecutar tus amenazas, porque esta misma noche te será arrancada el alma, y así reconocerás que el único verdadero Dios es el que tú persigues; el mismo que adoramos los cristianos.

    Tarquinio se enfurece y manda encerrar al joven; pero en la misma noche una espina que se le atraviesa en la garganta pone fin a su vida, y con ello Silvestre es puesto en libertad.

    Sea lo que fuere del hecho, la verdad es que Silvestre era apreciado en la Roma de entonces por su humildad y apostolado, y muy pronto, a los treinta años, es ordenado sacerdote por el papa San Marcelino.
    Horas difíciles eran aquellas para la Iglesia.

    Desde el año 286, el emperador Diocleciano había asociado al Imperio al nada escrupuloso Maximiano Hercúleo, y poco más tarde ambos augustos adoptan como césares a Constancio Cloro para las Galias y Bretaña y al cruel Galerio para el Oriente.
    A qué obedeció la nueva postura de Diocleciano, se desconoce en parte; pero pronto se iba a organizar en su reinado una terrible persecución, que llevaba el intento de deshacer desde sus cimientos toda la Iglesia.

    Por otra parte, no faltaban disensiones entre los mismos fieles, y sobre todo se hacia más acuciante el peligro de una nueva secta, el donatismo, que iba teniendo grandes prosélitos entre los cristianos de Africa.
    Silvestre toma parte por la ortodoxia, creándose pronto enemigos, pero esto no impide para que la Iglesia de Roma tenga puestos sus ojos en aquel varón de Dios, "puro, de piedad ferviente, mortificado y humilde", como le retratan las actas, y a quien había de designar para suceder al papa San Melquiades en la silla de San Pedro.

    San Silvestre es elegido papa el 31 de enero del año 314, siendo cónsules Constantino y Volusiano y en el año noveno del imperio de Constantino.
    Largo va a ser su pontificado—veintitrés años, diez meses y once días—y lleno de grandes acontecimientos.
    Un año antes, en febrero del 313, había sido decretada la libertad de la Iglesia por el edicto de Milán, y desde entonces cuenta con el apoyo decidido del emperador y con la simpatía de los numerosos prosélitos que se presentan cada dia.

    El paganismo, sin embargo, no podía acomodarse al nuevo sesgo que tomaban las cosas. Y de ser cierto lo del bautismo de Constantino que nos cuentan las actas, habríamos de encajarlo precisamente en estos primeros años del nuevo papa.
    Parece ser que, en una de las ausencias del emperador, los magistrados de Roma se aprovecharon para iniciar de nuevo la persecución.
    Silvestre mismo tiene que salir de la ciudad, y se refugia con sus sacerdotes en el monte Soracte o Syraptim, llamado después de San Silvestre, y que dista unas siete leguas de Roma.
    Cuando vuelve Constantino, se encuentra de manos con una tragedia dentro de su misma familia, pues nada menos que a Crispo, su hijo y heredero, se le acusaba de haber cometido adulterio con su segunda mujer, Fausta.
    Llevado de la cólera, el emperador manda darle muerte: pero es castigado de improviso con una repugnante lepra, que le cubre todo el cuerpo.
    En seguida acuden a palacio los médicos más renombrados, que se ven impotentes en procurarle remedio, y como última solución, y para aplacar la ira de los dioses, le proponen bañe su cuerpo en la sangre todavía caliente de una multitud de niños sacrificados con este fin.
    Cuando se van a hacer los preparativos y ya el cortejo imperial iba a subir las gradas del Capitolio, Constantino se conmueve ante los gemidos de las madres de los inocentes, que piden misericordia, y ordena se retire inmediatamente el sacrificio.
    Aquella misma noche se le aparecen en sueños dos venerables ancianos, Pedro y Pablo, que le recomiendan busque al obispo Silvestre, que está escondido, el cual les mostrará el verdadero baño de salvación que le curaría.

    A la mañana siguiente aparece por las calles de Roma, y conducido con toda pompa por la guardia pretoriana, Silvestre, el perseguido.
    El encuentro con el emperador es benévolo.
    Entablan un diálogo de pura formación cristiana, y al fin el Pontífice le increpa con toda solemnidad:
    "Si así es, ¡oh príncipe!, humillaos en la ceniza y en las lágrimas, y durante ocho días deponed la corona imperial, y en el retiro de vuestro palacio confesad vuestros pecados, mandad que cesen los sacrificios de los ídolos, devolved la libertad a los cristianos que gimen en los calaboros y en las minas, repartid abundantes limosnas, y veréis cumplidos vuestros deseos".

    Constantino lo promete todo, se fija el día para el bautismo, y, llegados por fin ante el baptisterio de San Juan de Letrán, se despoja el emperador de todas sus vestiduras, entra en la piscina, es bautizado por San Silvestre, y cuando sale, ante la expectación de todos, aparece completamente curado.
    De ahora en adelante, dicen las actas, Constantino será el gran favorecedor de los cristianos, y, no contento con eso, va a dejar al Papa su sede de Roma, retirándose con toda su corte a Constantinopla.

    Toda esta historia nos indica, al menos, la gran preponderancia que iba tomando la Iglesia frente al Estado.
    De ello se ha de aprovechar San Silvestre para reconstruir iglesias devastadas y enmendar las corrompidas costumbres.
    Entre las nuevas leyes que bajo la égida del Pontífice iba a dar el emperador, sobresalen: la validez de la emancipación de esclavos realizada ante la Iglesia, el descanso dominical, contra los sodomitas; la educación de los hijos, revocación del destierro a que estaban condenados los cristianos, restitución de sus bienes, revocación de las leyes Julia y Popea contra el celibato, reconociendo de este modo la posibilidad de un celibato santo dentro del cristianismo: varios decretos asegurando el foro judicial de los clérigos, prohibición de los agoreros, de los juegos en que iban mezclada la inmoralidad y el engaño, etc., etc.
    Roma iba, de este modo, muriendo a su tradición pagana, para renacer poco a poco a la nueva Roma cristiana.

    La gran labor pastoral en que se ve encuadrado el pontificado de San Silvestre ofrece unas facetas características, primicias todas ellas de la Iglesia, que se abre a nuevos horizontes, libre ya de trabas y de postergaciones.

    Es su tiempo, la era de los grandes concilios, donde se fijan en detalle los cánones de la fe, el culto divino adquiere una grandeza insospechada, se establece una disciplina eclesiástica cuna de nuestro Derecho, y se extiende cada vez más la supremacía de la Iglesia de Roma.
    En el mismo año en que es elegido Papa, manda San Silvestre sus legados al concilio de Arlés, donde se resuelve la cuestión de los donatistas, que habían apelado otra vez en la causa de Ceciliano.
    Este concilio, juntamente con el primero ecumenico de Nicea (a. 325), son los dos puntales del esfuerzo dogmático de tiempos de San Silvestre.

    Mucho se ha discutido sobre la participación que en ellos tuvo el Pontífice de Roma, ya que tanto uno como otro fueron convocados a instancias del emperador Constantino: pero, a través de lo que en ellos se determina, no ofrece duda la presencia moral del Papa en las decisiones consulares.

    En Nicea, junto al presidente del concilio, Osio de Córdoba, se sientan los legados pontificios Vito y Vicente, y, de ser cierto el documento que recoge el Líber Pontiticalis, todos los obispos, al final de la asamblea, escriben una carta a Silvestre, donde le dan cuenta de las decisiones adoptadas.

    Más claro y conmovedor es el testimonio de los Padres del concilio de Arlés.
    En esta asamblea, como en todas las que celebra Constantino, se ve, es cierto, una sumisión del episcopado al poder civil; pero al mismo tiempo un afecto y una gran sumisión al Papa.
    Es éste el que ha de dar su última palabra sobre los donatistas, quien ha de comunicar a las iglesias lo establecido en el concilio, y el que, en fin, ha de hacer poner en práctica sus acuerdos, sobre todo el que se refiere a la celebración de la Pascua.

    Dicen así en la segunda carta que le envían:
    "Al amadisimo papa Silvestre, Marino, Agnecio... Unidos en el común vínculo de caridad y de unidad de la madre Iglesia católica y reunídos en la ciudad de Arlés por la voluntad del piisimo emperador, te saludamos a ti, gloriosisimo Papa, con toda nuestra reverencia".

    Y añaden: "Ojalá, hermano dilectísimo, hubierais estado presente a este gran espectáculo, pues creemos que contra ellos (los donatistas ) se hubiera dado una sentencia más severa, y de ese modo, uniéndote tú mismo a nuestro juicio, nuestra asamblea hubiera exultado con mayor alegria. Pero, como no pudiste separarte de aquellas tierras en las cuales se asientan también los apóstoles, y cuya sangre testifica sin intermisión la gloria de Dios, por eso te mandamos..."

    Esta presencia del Papa se extendió a su vez en la serie de concilios y sínodos que se fueron celebrando en su tiempo: sínodo de Roma (a. 315), concilios de Alejandría, Palestina, segundo de Alejandría, de Laodicea, Ancira, Nicomedia, Cartago, Cesarea de Palestina, etc.

    En todos ellos y en otros decretos del mismo Papa se fue creando una liturgia nueva, que, unida a los cánones disciplinares, sirvieron de base a la reorganización interior de la Iglesia.
    Acaso se pueda rechazar como inventada posteriormente la famosa Constitución de San Siluestre, donde se encuentran una serie de prescripciones sobre los clérigos; pero no podemos dar de lado otras muchas, que sin duda se debieron al celo pastoral de nuestro santo.

    Citemos algunas:
    Solamente el obispo puede preparar el santo crisma y servirse de él para confirmar a los bautizados.
    Los diáconos usen dalmática y manipulo en el servicio del altar.
    Queda prohibido el uso de la seda o paño de color para el santo sacrificio de la misa. Deben emplearse telas de lino, o sea corporales, que representen la sindone en que fue envuelto el cuerpo de Cristo.
    Ningún laico tenga la osadía de presentarse como acusador contra un clérigo.
    Ningun clérigo puede ser citado ante un tribunal laico para ser juzgado.
    Los días de semana, menos el sábado y el domingo, se llaman 'ferias".
    En cuanto a la recepción de las órdenes sagradas, determina el tiempo que ha de transcurrir entre una y otra: veinte años para el lectorado, treinta días para el exorcistado, cinco años para el acolitado, otros cinco para el subdiaconado, diez para el de custodio de los mártires, siete para el diaconado y tres, por fin, para el sacerdocio.

    Normas precisas da también respecto a la vida de los clérigos.
    Deben ser castos y han de procurar el grado sin ambición y sin ansia de lucro, y solamente pueden ser nombrados aquellos que sean elegidos en unanimidad por el pueblo y la clerecía.
    Los presbíteros han de tener una reputación bien probada, de modo que, aun los que están fuera de la Iglesia, puedan dar fiel testimonio de ellos.
    Otras prescripciones abundan; v. gr., sobre el ayuno, los réditos de la Iglesia, que han de dividirse en cuatro apartados; el culto divino, etc.

    Y como detalle, esta nota disciplinar en el trato con los pecadores, que nos dice mucho de la delicadeza y caridad de San Silvestre:
    'En primer lugar—dice—se les ha de llamar paternalmente y se les ha de esperar siete dias, sin que se les prohiba nada de las cosas de la Iglesia. A este compás de espera se le deben añadir otros siete días, vedándoseles ya todo acceso a los divinos oficios. Siguen otros dos días, en los cuales, si no se arrepintieran, se les separa de la paz y comunión de la santa Iglesia. Otros dos días más, y, por fin, añadiendo todavía uno, y viendo que ya su caso es desesperado, se le debe condenar con el anatema".

    En cuanto se refiere al culto divino, nunca conoció Roma, podemos decir, fuera del tiempo del Renacimiento, otra época de tanto esplendor y grandeza.
    El Pontifical Romano nombra en primer lugar una iglesia del título de Equitio, que mandó construir San Silvestre junto a las termas de Trajano, hoy llamada de los Santos Silvestre y Martín, y que fue como su primera sede y el sitio donde hacía las ordenaciones.
    Seis veces ordenó en el mes de diciembre, y de aquí salieron 40 presbíteros, 26 diáconos y 65 obispos, que se fueron repartiendo por diversas tierras.

    En seguida empiezan las famosas fundaciones constantinianas de San Juan de Letrán, en el monte Cello—in aedibus Laterani—, de San Pedro, en el Vaticano, San Pablo, en la vía Ostiense, y Santa Cruz de Jerusalén, situada en el atrio Sessoriano, muy cerca del templo de Venus y Cupido, como réplica, dice Baronio, a la estatua de Venus que mandó poner Adriano en la cumbre del Calvario.

    En la misma Roma se levantan a su vez la basílica de Santa Inés, a instancias de la hija de Constantino: la de San Lorenzo, en el campo Verano; la de San Pedro y Marcelino, en la vía Labicana, y otras más en otras ciudades de Italia, como Ostia, Capua y Nápoles.

    El papa San Dámaso, cuando termina de dar sus noticias sobre San Silvestre, acaba con esta sencilla frase: Qui catholicus et confessor quievit.

    Católico, porque supo mantener la luz de su fe en un tiempo de fuertes herejías.
    Ecuménico, porque lleva su acción de Arlés a Nicea, de Cartago a Viena del Delfinado. Y, a la vez, confesor, es decir, santo, tomando la palabra en el sentido que se le daba entonces.
    Y esta gran confesión o santidad la supo llevar, sobre todo, con una caridad y mansedumbre que fue puesta a prueba muchas veces por aquel que se decía favorecedor del cristianismo.

    Es sabido cómo a Constantino le aquejaba el prurito de quererse inmiscuir en todos los problemas interiores y exteriores de la Iglesia.
    Por su mandato se reúnen los obispos en Arlés, convoca el concilio de Nicea, reíne sínodos, lleva a su tribunal la causa de los donatistas e interviene con toda su autoridad en la condena de los arrianos.
    Alguien ha querido ver cierta timidez en San Silvestre frente al emperador; pero creemos que es desconocer todo lo delicado de aquellos primeros años del cristianismo libre cuando se le atribuye tal especie.
    San Siivestre asiste a un renacer de la Iglesia, demasiado frágil todavía en lo que a efectos civiles se refiere, y, por otra parte, Constantino sigue siendo el hombre de carácter fogoso, con muchos matices paganos, que a veces le llevan hasta el crimen.
    La persecución no se habia superado del todo, ya que hasta el 324, con la muerte de Licinio, aún se sigue martirizando en el Oriente y aún en las tierras de Constantino brotan de vez en cuando gritos de rebeldía pagana.

    Por otra parte, la solución de aquellos primeros conflictos politico-religiosos de las primeras herejías dependía casi siempre del emperador, pues solían convertirse en verdaderas luchas intestinas, con gran peligro para la tranquilidad del Imperio.
    No es extraño, por tanto, que San Silvestre, aun consciente de su autoridad, tuviera que ceder muchas veces para no convertir en desfavorables unas posiciones que eran en gran manera ventajosas para la Iglesia.
    En eso precisamente estuvo su santidad: en saber sufrir los excesos del despotismo por bien de la comunidad, pasando muchas veces al segundo lugar, aunque en lo que tocaba a su ministerio siempre se mantuviera decisivo.

    Ni las actas ni la leyenda nos dicen más de su vida.
    Pero bastante dice ya aquella floración de vida cristiana en que empieza a vivir Roma; el culto divino, que se engrandece con las basílicas; la nueva disciplina eclesiástica y el ejemplo de aquel varón venerable, que iba señalando a todos el nuevo sendero que se abria.

    San Silvestre muere el 31 de diciembre del año 337.
    Fue sepultado en el cementerio de Priscila, en la vía Salaria, en una basílica donde estaba enterrado el papa San Marcelo, y que desde entonces se llamó de San Silvestre.

    Por el año 1890 se creyó identificar sus ruinas en el transcurso de unas excavaciones, y por fin lo logra en 1907 el arqueólogo Marucchi.
    Reconstruida una iglesia sobre los primitivos cimientos, fue inaugurada el 31 de diciembre del mismo año, reinando en la Iglesia el santo Pio X.

    La Iglesia, por su parte, le ha venerado ya desde antiguo, incluyendo su nombre, juntamente con el de San Gregorio Magno, en la letania de los Santos, y desde tiempos de San Pío V se ha venido celebrando su fiesta con rito doble aun dentro de la octava de Navidad. [1]

    [1] Francisco Martín Hernández / Fuente: mercaba.org

  3. #13
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    Lightbulb Re: 31 dicembre - S. Silvestro I, Papa

    31 DICEMBRE 2019: SAN SILVESTRO, PAPA E CONFESSORE; TE DEUM LAUDAMUS...





    «Te Deum laudámus: * te Dóminum confitémur.
    Te ætérnum Patrem, * omnis terra venerátur.
    Tibi omnes ángeli, *
    tibi cæli et univérsæ potestátes:
    tibi chérubim et séraphim *
    incessábili voce proclamant:

    Sanctus, * Sanctus, * Sanctus *
    Dóminus Deus Sábaoth.
    Pleni sunt cæli et terra * maiestátis glóriæ tuae.
    Te gloriósus * Apostolórum chorus,
    te prophetárum * laudábilis númerus,
    te mártyrum candidátus * laudat exércitus.
    Te per orbem terrárum *
    sancta confitétur Ecclésia,
    Patrem * imménsæ maiestátis;
    venerándum tuum verum * et únicum Fílium;
    Sanctum quoque * Paráclitum Spíritum.

    Tu rex glóriæ, * Christe.
    Tu Patris * sempitérnus es Filius.
    Tu, ad liberándum susceptúrus hóminem, *
    non horruísti Virginis úterum.
    Tu, devícto mortis acúleo, *
    aperuísti credéntibus regna cælórum.
    Tu ad déxteram Dei sedes, * in glória Patris.
    Iudex créderis * esse ventúrus.
    Te ergo, quæsumus, tuis fámulis súbveni, *
    quos pretióso sánguine redemísti.
    ætérna fac cum sanctis tuis * in glória numerári.

    Salvum fac pópulum tuum, Dómine, *
    et bénedic hereditáti tuæ.
    Et rege eos, * et extólle illos usque in ætérnum.
    Per síngulos dies * benedícimus te;
    et laudámus nomen tuum in sæculum, *
    et in sæculum sæculi.
    Dignáre, Dómine, die isto *
    sine peccáto nos custodíre.
    Miserére nostri, Dómine, * miserére nostri.
    Fiat misericórdia tua, Dómine, super nos, *
    quemádmodum sperávimus in te.
    In te, Dómine, sperávi: *
    non confúndar in ætérnum.»






    https://www.facebook.com/catholictradition2016/
    «MARTIROLOGIO ROMANO, 1955 Sancti et Sanctae Dei, orate pro nobis».








    https://stateettenetetraditiones.blo...um-di.html?m=1
    «ULTIMO GIORNO DELL'ANNO: "TE DEUM" DI RINGRAZIAMENTO PER L'ANNO TRASCORSO

    Alla fine d'ogni anno si deve pensare come infallibilmente si penserà al fine della vita. Il numero dei giorni onde l'uno e l'altro è composto, felici o infelici, mesti o ridenti, tutto è passato, e l'impressione che hanno fatto nell'anima gli uni e gli altri egualmente si cancella. Eccovi giunto all'ultimo giorno dell'anno, che è stato l'ultimo per molti. Che amaro rincrescimento se lo avete mal impiegato! Ma parimenti, che dolce consolazione, se tutti i giorni sono stati per voi giorni pieni; se avete fatto un sant'uso di tutto questo tempo; se avete posti a guadagno i beni e i mali; se avete riformati i costumi; se avete praticati con puntualità i vostri esercizj di divozione; se avendo letto ogni giorno la vita dei Santi, ne avete imitate le virtù; e avendo fatto ogni giorno qualche pia considerazione, non l'avete mai fatta senza qualche frutto; infine, se, avendo avuto in tutto il corso dell'anno tante sante ispirazioni, tanti religiosi impulsi, tanti salutari desiderj, tanti esempj o da rigettare o da seguire, siete stato fedele alla grazia; e discernendo il vero dal falso, quanto vi era di seducente da quanto era per voi salutare, siete stato savio a sufficienza da non affaticarvi che per la vostra salute! E sia come si voglia, passate per lo meno sì santamente tutto quest'ultimo giorno, che abbiate questa sera la consolazione di non aver perduto tutto l'anno.
    Il mezzo più proprio per cominciare un nuovo anno è il terminar santamente quello che sarà per finire. Approfittatevi con diligenza e con fervore di questo avvertimento. È una pratica di pietà molto utile, e le anime ferventi non manchino di conformarvisi, cioè di fare in questi ultimi dì una confessione straordinaria dei peccati più considerevoli commessi nel corso dell'anno. Passate quest'ultimo giorno in una specie di ritiramento. Sia almeno quest'ultimo dì tutto per il Signore e per la vostra salute. Non vi contentate di leggere tutto questo; mettetelo in opera. Una lettura secca e sterile sarebbe più nociva che utile. Ringraziate poi Dio in particolare di tutte le grazie che avete ricevute.
    Questo Ringraziamento si deve a Dio per convenienza, per dovere, per interesse:
    1. per Convenienza, perché niente più conforme al buon tratto di quello che il beneficato restituisca in qualche maniera al benefattore quel bene che per pura liberalità ha da lui ricevuto, e questo può farlo ognuno con esprimergli alla meglio la propria riconoscenza;
    2. per Dovere, perché ogni uomo è portato dalla propria natura a rispondere colla riconoscenza a chi gli ha fatto del bene, onde diceva Filone che, se ogni virtù è santa, la gratitudine è santissima;
    3. per Interesse, perché la corrispondenza ai doni già ricevuti è pel donatore lo stimolo il più potente ad impartir nuovi doni.
    E perciò, se Dio vuol essere ringraziato da noi, non è già perché abbia bisogno dei nostri ringraziamenti, ma perché ama che noi Gli presentiamo dei nuovi titoli per farci dei nuovi beneficj. Quindi merita eterna lode il P. Camillo Ettore della Compagnia di Gesù, il quale pel primo introdusse in Bologna il costume, che poi si sparse in tutta Italia, di cantare quest'oggi pubblicamente nelle chiese il Te Deum per ringraziare il Signore dei benefizj impartitici in tutto l'anno; e le anime pie devono farsi un dovere di non mancare a così bella funzione.
    Visitate poi in questo giorno qualche Cappella, o qualche Chiesa nella quale la Santa Vergine è più particolarmente onorata, per ringraziarla con più acceso fervore di tanti benefizj che avete ricevuti sotto la sua potente protezione, e consacratevi di nuovo al suo servizio. Non vi scordate dei Santi Angeli, e in special modo del vostro Angelo Custode. Di che non gli siete debitore? Mostrategli in questo giorno la vostra gratitudine. Ringraziate i Santi delle grazie che avete ricevute da Dio per la loro intercessione, e interessateli della vostra salute coi vostri sentimenti di riconoscenza. Fate più abbondanti che vi è possibile delle elemosine ai poveri, all'intento di riparare con questa liberalità straordinaria a tante pazze spese che avete sacrificate ai vostri piaceri, o alla vostra vanità. Nella vostra casa medesima, se non vi è possibile in chiesa, passate buona parte della sera in affettuose adorazioni del Santissimo Sacramento per riparare in qualche maniera a tante veglie passate nel giuoco o in altre inezie. Terminate infine quest'anno tanto cristianamente quanto vorreste al presente averlo scorso. Tutte queste religiose industrie serviranno a meraviglia per l'affare importante di vostra salute. Recitate intanto la seguente. (Manuale di Filotea di Mons. Giuseppe Riva, Bertarelli, Milano 1901)

    ORAZIONE PER L'ULTIMO GIORNO DELL'ANNO

    Quanti motivi non ho io di confondermi e d'umiliarmi profondamente davanti a Voi, o mio Dio, se mi faccio a confrontare la bontà vostra verso di me colla mia continua sconoscenza verso di Voi! Mentre nel decorso dell'anno omai compito avete comandato alla morte di recidere colla sua falce tanti fiori e tante piante che formavano il miglior ornamento del campo misterioso di questo mondo, avete imposto alla medesima di rispettar la mia vita, che, come pianta infruttuosa, occupava inutilmente il terreno, e, come erbaggio di pessima specie, non faceva che impedir lo sviluppo dei vicini germogli ed ammorbar tutta l'aria col suo ingratissimo odore. E ciò con tanta maggiore mia colpa, in quanto che, non contento Voi di preservarmi dal meritato sterminio, mi avete sempre contraddistinto coi segni i più evidenti della vostra amorosa predilezione, allontanando da me tutto quello che poteva nuocere in qualche modo così al mio spirito come al mio corpo, ed accordandomi le grazie le più efficaci alla santificazione dell'uno e alla salute dell'altro. Che se qualche volta avete inclinato verso di me la punitrice vostra destra, furono tutti leggieri i suoi colpi, e sempre temperati dalle dolcezze della vostra misericordia. Ma se finora ho corrisposto sì indegnamente a tutti i vostri favori, voglio emendare almeno adesso l'inescusabile mio fallo, ringraziandovi prima di tutto cordialissimamente di tutte le vostre beneficenze così spirituali come temporali, e domandandovi sinceramente perdono di quanto ho osato commettere contro di Voi. Voi degnatevi di accettare le mie attuali proteste come una ritrattazione sincera di tutto il passato e una caparra sicura della mia emendazione nell'avvenire. Intanto mettete Voi il compimento alle vostre misericordie col rassodare nelle fatte risoluzioni la mia volontà sempre instabile, onde facendo servire alla giustizia quelle potenze e quei sensi che già servirono alla iniquità, dia finalmente a Voi tanto di gloria, quanto già vi ho recato di sfregio colle replicate mie colpe. Voi che mi ispirate così nobili e così doverosi sentimenti, degnatevi ancora di darmi forza, onde mandarli ad effetto, e così verificare il detto consolantissimo del vostro Apostolo, che si vide sovrabbondare la grazia dove prima abbondava la iniquità.

    Indi si recita, o col popolo in pubblica funzione, o privatamente, il Te Deum, per ringraziare il Signore dei benefici ricevuti.

    Te Deum laudámus: *
    te Dóminum confitémur.
    Te aetérnum Patrem, *
    omnis terra venerátur.
    Tibi omnes Angeli, *
    tibi Coeli et univérsae Potestátes:
    Tibi Chérubim et Séraphim *
    incessábili voce proclamant:

    (Caput inclinatur) Sanctus, *
    Sanctus, *
    Sanctus *
    Dóminus Deus Sábaoth.
    Pleni sunt coeli et terra *
    majestátis glóriae tuae.
    Te gloriósus *
    Apostolórum chorus,
    Te Prophetárum *
    laudábilis númerus,
    Te Mártyrum candidátus *
    laudat exércitus.
    Te per orbem terrárum *
    sancta confitétur Ecclésia,
    Patrem *
    imménsae majestátis;
    Venerándum tuum verum *
    et únicum Fílium;
    Sanctum quoque *
    Paráclitum Spíritum.

    Tu Rex glóriae, *
    Christe.
    Tu Patris *
    sempitérnus es Filius.
    (Caput inclinatur) Tu, ad liberándum susceptúrus hóminem, *
    non horruísti Virginis úterum.
    Tu, devícto mortis acúleo, *
    aperuísti credéntibus regna coelórum.
    Tu ad déxteram Dei sedes, *
    in glória Patris.
    Judex créderis *
    esse ventúrus.
    (Genuflectitur) Te ergo, quaesumus, tuis fámulis súbveni, *
    quos pretióso sánguine redemísti.
    Aetérna fac cum Sanctis tuis *
    in glória numerári.

    Salvum fac pópulum tuum, Dómine, *
    et bénedic hereditáti tuae.
    Et rege eos, *
    et extólle illos usque in aetérnum.
    Per síngulos dies *
    benedícimus te;
    Et laudámus nomen tuum in saeculum, *
    et in saeculum saeculi.
    Dignáre, Dómine, die isto *
    sine peccáto nos custodíre.
    Miserére nostri, Dómine, *
    miserére nostri.
    Fiat misericórdia tua, Dómine, super nos, *
    quemádmodum sperávimus in te.
    In te, Dómine, sperávi: *
    non confúndar in aetérnum.

    ℣. Benedicamus Patrem et Fílium, cum Sancto Spíritu.
    ℞. Laudémus et superexaltémus eum in saecula.
    ℣. Benedíctus es, Dómine, in firmaménto coeli.
    ℞. Et laudábilis, et gloriósus, et superexaltátus in saecula.
    ℣. Dómine, exaudi orationem meam.
    ℞. Et clamor meus ad te veniat.
    ℣. Dóminus vobíscum.
    ℞. Et cum spíritu tuo.

    Orémus.
    Deus, cujus misericórdiae non est númerus, et bonitatis infinítus est thesaurus: piissimae majestati tuae pro collatis donis gratias agimus, tuam semper cleméntiam exorantes; ut, qui peténtibus postulata concédis, eósdem non déseens, ad praemia futúra dispónas.

    Deus, qui corda fidélium Sancti Spiritus illustratióne docuisti: da nobis in eódem Spiritu recta sapere; et de ejus semper consolatióne gaudére.

    Deus, qui néminem in te sperantem, nimium affligi permittis, sed pium précibus praestas auditum: pro postulatiónibus nostris votísque suscéptis gratias agimus, te piissime deprecantes, ut a cunctis semper muniamur advérsis. Per Christum Dóminum nostrum. Amen.
    Te, o Dio, lodiamo *
    e qual Signore ti professiamo.
    Te, qual Padre eterno *
    venera tutta la terra.
    A Te tutti gli Angeli, *
    a Te i Cieli e le Potenze tutte:
    a Te i Cherubini e i Serafini *
    cantano con voce incessante:

    (Si china il capo) Santo, *
    Santo, *
    Santo *
    il Signore, Dio degli eserciti.
    Ricolmi sono i cieli e la terra *
    della maestà della tua gloria.
    Te degli Apostoli *
    il coro glorioso,
    Te dei Profeti *
    la lodevol moltitudine,
    Te dei Martiri loda *
    la purificata schiera.
    Te per tutta la terra *
    confessa la Santa Chiesa,
    Padre*
    d'immensa maestà;
    il tuo Venerabile, vero *
    ed unico Figlio;
    e pure il Santo *
    Spirito Paraclito.

    Tu, Re della gloria, *
    o Cristo.
    Tu del Padre *
    sei il Figlio sempiterno.
    (Si china il capo) Tu, col proposito di liberare gli uomini, *
    non disprezzasti d'una Vergine il seno.
    Tu, sconfitto il pungiglione della morte, *
    apristi ai credenti il regno dei cieli.
    Tu siedi alla destra d'Iddio, *
    nella gloria del Padre.
    E crediamo che tu qual giudice *
    hai da venire.
    (Ci si genuflette) Te dunque preghiamo, vieni in soccorso ai figli tuoi, *
    che hai redenti col tuo sangue prezioso.
    Fa' che sian annoverati *
    nella gloria eterna insieme ai tuoi Santi.

    Fa' salvo il tuo popolo, o Signore, *
    e benedici la tua eredità.
    E dirigili, *
    e guidali per l'eternità.
    Ogni giorno *
    ti benediciamo;
    e lodiamo il nome tuo in eterno, *
    nei secoli dei secoli.
    Degnati, o Signore, in questo giorno *
    di custodirci senza peccato.
    Pietà di noi, o Signore, *
    pietà di noi.
    Sia su di noi la tua misericordia, o Signore, *
    siccome in te sperammo.
    In te sperai, o Signore: *
    ch'io non resti confuso in eterno.

    ℣. Benediciamo il Padre e il Figlio, con lo Spirito Santo.
    ℞. Lodiamolo ed esaltiamolo nei secoli.
    ℣. Benedetto sei Tu, Signore, nel firmamento del cielo.
    ℞. E degno di lode e di gloria, ed esaltato nei secoli.
    ℣. O Signore, esaudisci la mia preghiera.
    ℞. E il mio grido giunga fino a Te.
    ℣. Il Signore sia con voi.
    ℞. E con il tuo Spirito.

    Preghiamo.
    O Dio, la cui misericordia non ha limite e il tesoro della cui bontà è infinito: noi rendiamo grazie alla Tua piissima maestà per i doni offerti, implorando sempre la tua clemenza, affinché Tu, che concedi a coloro che ti supplicano ciò che chiedono, non abbandonando i medesimi, li predisponga ai premi futuri.

    O Dio, che hai istruito i cuori dei fedeli con la luce dello Spirito Santo, donaci di gustare nello stesso Spirito la verità e di godere sempre della sua consolazione.

    O Dio, che non permetti che nessuno che spera in te sia percosso troppo, ma presti pio ascolto alle preghiere: Ti rendiamo grazie per le suppliche nostre e i voti intrapresi, implorandoti, o piissimo, che siamo difesi sempre da tutte le avversità. Per Cristo Signore nostro. Amen.

    Tutto si svolge dinanzi al Santissimo Sacramento solennemente esposto. Alla fine del canto del Te Deum, segue la Benedizione Eucaristica.»










    ANTE MESSE CELEBRATE "NON UNA CUM" DAI SACERDOTI DELL' I.M.B.C. ("ISTITUTO MATER BONI CONSILII") E DA DON FLORIANO IN TUTTA ITALIA:



    «Don Floriano Abrahamowicz - Domus Marcel Lefebvre.
    http://www.domusmarcellefebvre.it/
    https://www.youtube.com/user/florianoabrahamowicz
    Natività di N. Signore - Santa Messa (in nocte)
    https://www.youtube.com/watch?v=53oER2tyUlQ
    Natività di N. Signore - Santa Messa (in aurora)
    https://www.youtube.com/watch?v=Je8ywZVFfkk
    Natività di N. Signore - Santa Messa (in die)
    https://www.youtube.com/watch?v=nBQQU-i3CjM
    SANTA MESSA - domusmarcellefebvre110815
    http://www.domusmarcellefebvre.it/santa-messa-1.php
    La Santa Messa tutte le domeniche alle ore 10.30 a Paese, Treviso».




    SANTE MESSE DOMENICALI CELEBRATE DAI SACERDOTI DELL' I.M.B.C. ("ISTITUTO MATER BONI CONSILII"):


    "Sante Messe - Sodalitium"
    http://www.sodalitium.biz/sante-messe/

    "Torino - Sodalitium"
    http://www.sodalitium.biz/sante-messe/torino/

    "Rovereto (Trento) - Sodalitium"
    http://www.sodalitium.biz/sante-messe/rovereto-tn/

    "Modena - Sodalitium"
    http://www.sodalitium.biz/sante-messe/modena/

    "Rimini - Sodalitium"
    http://www.sodalitium.biz/sante-messe/rimini/

    "Pescara - Sodalitium"
    http://www.sodalitium.biz/sante-messe/pescara/

    "Potenza - Sodalitium"
    http://www.sodalitium.biz/sante-messe/potenza/

    "Roma - Sodalitium"
    http://www.sodalitium.biz/sante-messe/roma/

    "S. Messa in provincia di Verona - Sodalitium"
    http://www.sodalitium.biz/s-messa-provincia-verona/

    “Sodalitium - IMBC.”
    https://www.youtube.com/user/sodalitium

    “Omelie dell'I.M.B.C. a Ferrara.”
    https://www.facebook.com/OmelieIMBCFerrara/


    http://www.oratoriosantambrogiombc.it/
    “Oratorio Sant'Ambrogio, Milano - Offertur Oblatio Munda (Malachia 1, 11).”
    http://www.oratoriosantambrogiombc.it/category/omelie/




    Per conoscere le SANTE MESSE DOMENICALI celebrate dai Sacerdoti dell'I.M.B.C. ("ISTITUTO MATER BONI CONSILII") visitare il sito "Sodalitium" e vedere sulle singole città (Verrua Savoia, Torino, Milano, Rovereto, Ferrara, Modena, Rimini, Roma, Pescara, Bari, Potenza, ecc.), là sono indicati i luoghi e gli orari precisi.





    Te Deum - Centro Studi Giuseppe Federici
    http://www.centrostudifederici.org/te-deum/
    «Te Deum 31 dicembre 2019
    Centro studi Giuseppe Federici – Per una nuova insorgenza
    Te Deum

    Presentazione del calendario 2020 di Sodalitium, dedicato al Magistero della Chiesa: https://youtu.be/S66uIiAIAns
    Preghiera per l’ultimo giorno dell’anno
    O Dio onnipotente, Signore del tempo e dell’eternità, io ti ringrazio perchè lungo tutto il corso di quest’anno mi hai accompagnato con la tua grazia e mi hai ricolmato dei tuoi doni e del tuo amore. Voglio esprimerti la mia adorazione, la mia lode e il mio ringraziamento. Ti chiedo umilmente perdono, o Signore, dei peccati commessi, di tante debolezze e di tante miserie.
    Accogli il mio desiderio di amarti di più e di compiere fedelmente la tua volontà per tutto il tempo di vita che ancora mi concederai. Ti offro tutte le mie sofferenze e le buone opere che, con la tua grazia, ho compiuto. Fa che siano utili, o Signore, per la salvezza mia e di tutti i miei cari. Così sia».
    http://www.centrostudifederici.org/w...2-1024x490.png







    San Silvestro - Sodalitium
    http://www.sodalitium.biz/san-silvestro/
    «31 dicembre, San Silvestro I, Papa e Confessore.
    Fu Sommo Pontefice dal 31 gennaio 31 dicembre, San Silvestro I, Papa e Confessore. Fu Sommo Pontefice dal 31 gennaio 314 al 31 dicembre 335; conobbe la fine delle persecuzioni imperiali, la costruzione delle prime basiliche romane e il Concilio di Nicea (325) che condannò l’eresia ariana.
    “A Roma il natale di san Silvéstro primo, Papa e Confessore, il quale battezzò l’imperatore Costantino Magno, e confermò il Concilio di Nicéa, e dopo molte altre santissime opere si riposò in pace”.»
    http://www.sodalitium.biz/wp-content...-1-207x300.jpg








    Il nuovo Calendario di “Sodalitium” - davvero splendido, è stato regalato ai presenti al convegno Albertariano di sabato 23 Novembre 2019 – del nuovo anno 2020:



    https://www.sodalitium.biz/calendari...-della-chiesa/
    « “Il calendario 2020 ha questo scopo: invitare tutti voi, nel corso di quest’anno che Dio ci dona nella Sua bontà, a leggere e meditare i documenti del magistero pontificio che non hanno data di scadenza, non invecchiano mai, affinché siano luce per la nostra mente e gioia per il nostro cuore”.

    Editoriale
    “Abbiamo un faro di verità, ed è Roma! Dobbiamo essere appassionati di Roma. Teniamo per certo che colui che è disaffezionato da Roma è già caduto in errore; e che non ci si può trovare in un errore (fondamentale, serio) senza che ci sia questa disaffezione verso Roma. Chiediamo questo amore per la Verità e per la Chiesa”.
    Le parole che avete appena letto sono – come molti di voi avranno già capito – di Padre Francesco da Paola Vallet, fondatore dei Cooperatori Parrocchiali di Cristo Re. Che nessuno pensi, nell’attuale situazione di tenebre e di tempesta, che esse non siano più di attualità, o che siano, addirittura, fuorvianti. Esse non sono altro che l’espressione di quelle parole del Vangelo che ci trasmettono la voce di Colui che è la Verità: “Chi ascolta voi – disse il Signore agli Apostoli, e quindi ai loro successori – ascolta me; e chi disprezza voi disprezza me, e chi disprezza me disprezza Colui che mi ha inviato” (Luca, X, 16). “È infatti Cristo – commenta Pio XII nella sua enciclica Mystici Corporis – che nella Sua Chiesa vive, che per mezzo di lei insegna, governa e comunica la santità”: vive comunicando la Sua vita divina, insegna nel Suo magistero, governa nelle Sue leggi, comunica la santità con il divin Sacrificio e i Suoi Sacramenti. Ed è proprio per questo motivo che non possiamo riconoscere negli attuali occupanti della Sede Apostolica, che hanno contraddetto il magistero della Chiesa, ne hanno violato le leggi, ne hanno adulterato la Messa ed i Sacramenti, il Vicario di Cristo, né riconoscere nella loro voce la voce del Buon Pastore o quella della Sua Chiesa.
    Questa tragica realtà, che mette alla prova la nostra Fede (che da questa prova deve uscire rafforzata), non smentisce affatto le parole di Padre Vallet e di ogni buon cattolico. Roma, ovverosia quella Roccia incrollabile sulla quale è stata fondata la Chiesa, è sempre Faro di verità, oggi come ieri. “Forse anche voi volete andarvene?” chiese Gesù ai suoi Apostoli. “Signore, da chi andremo? – rispose Pietro – tu solo hai parole di vita eterna” (Giovanni VI, 67-68). Da chi andremo? Non c’è altro Maestro che Cristo (Matteo XXIII, 8), e non vi è altra Maestra che la Sua Chiesa.
    Ancor oggi, oggi più che ieri, il cattolico trova dunque nell’autentico insegnamento della Chiesa una dottrina sicura ed ammirevole che non può condurre che alla Verità che è Cristo ed alla salvezza eterna. Detto insegnamento è oggi ignoto ai più, ed è proprio per questo che pochi si accorgono della contraddizione che passa tra le eresie dei modernisti (che tali rimangono anche quando si spacciano per voce della Chiesa) e la dottrina cattolica, negata perché ignorata. Si cerca in maestri profani, nella sapienza di questo mondo, in tanti filosofi o politici, quella dottrina solida e salvifica che lì non possiamo trovare, ma che avevamo in mano nel catechismo della nostra infanzia (quello di san Pio X) e nei documenti pontifici e conciliari dove filosofia, teologia e diritto si presentano a noi in tutto lo splendore della verità, illuminati dalla Divina Rivelazione.
    Ricordo ancora con piacere le lezioni che Mons. Lefebvre (lo ricordo malgrado ciò che da lui ci divide) dava ai seminaristi del primo anno in una materia che si era riservata: quella degli “Atti del Magistero”. A questi atti del magistero il nostro Istituto si abbevera come ad una fonte, che a nostra volta vogliamo far conoscere e comunicare a tutti.
    Il calendario 2020 ha quindi questo scopo: invitare tutti voi, nel corso di quest’anno che Dio ci dona nella Sua bontà, a leggere e meditare i documenti del magistero pontificio che non hanno data di scadenza, non invecchiano mai, affinché siano luce per la nostra mente e gioia per il nostro cuore, e questo non solo riguardo ai testi che abbiamo scelto, ma anche a riguardo i molti altri che abbiamo ricevuto dalla Sposa di Cristo. Nell’istituire lo scapolare della Madonna del Buon Consiglio, Papa Leone XIII volle che su detto scapolare fosse impressa l’immagine di Genazzano, e la Tiara con le chiavi pontificie, con la scritta: Filii, acquiesce consiliis ejus (Figlio, obbedisci ai suoi consigli; cf Genesi XXVII, 8): a quelli di Gesù, a quelli di Maria, a quelli della Chiesa. Mater Boni Consilii, ora pro nobis!»
    https://www.sodalitium.biz/wp-conten...opcal2020.jpeg
    Il calendario 2020 di Sodalitium - Centro Studi Giuseppe Federici
    https://www.agerecontra.it/2019/11/i...di-sodalitium/








    100 anni dall?impresa fiesolana - Centro Studi Giuseppe Federici
    http://www.centrostudifederici.org/1...esa-fiesolana/
    «100 anni dall’impresa fiesolana 20 dicembre 2019

    Centro studi Giuseppe Federici – Per una nuova insorgenza
    Comunicato n. 96/19 del 20 dicembre 2019, San Filogonio
    100 anni dall’impresa fiesolana Cent’anni fa, nel dicembre del 1919, nasceva a Fiesole la rivista “Fede e Ragione”, fondata don Paolo de Töth per “difendere la integrità della dottrina cattolica e con lo scopo preciso che la stessa dottrina torni ad essere e sia fatta la norma suprema di tutte le manifestazioni del pensiero e della vita dei cattolici”.
    Queste righe indicano un programma integralmente cattolico di cattolici integrali, come don Paolo de Töth, mons. Umberto Benigni, Filippo Sassoli de’ Bianchi, che ebbero sempre come riferimento imprescindibile il Magistero della Chiesa e l’insegnamento di san Tommaso d’Aquino. Fu un’impresa cattolica, a differenza di altre, che per dieci anni, lunghi e difficili, difese strenuamente la Chiesa Cattolica e il Regno sociale di Cristo. Ricordiamo il centenario della fondazione di “Fede e Ragione” segnalando alcuni articoli e conferenze che permetteranno di conoscere e, ci auguriamo, di condividere la buona battaglia della rivista. Una buona battaglia da proseguire nella fedeltà ai principi e allo spirito che animarono i cattolici integrali del passato, che oggi una buona parte del “tradizionalismo cattolico” ha tristemente disatteso».



    Il Buon Consiglio n. 39 - Sodalitium
    http://www.sodalitium.biz/wp-content...op-212x300.jpg
    Il Buon Consiglio n. 39 - Centro Studi Giuseppe Federici

    «Centro studi Giuseppe Federici – Per una nuova insorgenza
    Comunicato n. 92/19 del 7 dicembre 2019, Sant’Ambrogio
    Il Buon Consiglio n. 39
    Editoriale
    Mentre il numero 70 di Sodalitium è in cantiere (finalmente! dirà qualcuno) ecco a voi un più breve numero del Buon Consiglio, con la speranza che possa tenervi compagnia in occasione del Santo Natale.
    Il Natale: per molti ormai una parola vuota, e quindi un giorno triste, e questo perché si è spenta in essi la fede cristiana, che ci ricorda invece l’immensa gioia ed emozione che ancor oggi irradia dai principali misteri della Fede, che tutti sono riassunti in questa festività:
    il mistero della Santissima Trinità, poiché il figlio che nasce a Betlemme dalla Vergine Maria per opera dello Spirito Santo, è il Figlio che tutta l’eternità è generato dal Padre;
    il mistero dell’Incarnazione, poiché il Dio invisibile si è fatto carne, ed ha abitato in mezzo a noi;
    il mistero della Redenzione, poiché questo Bambino si chiama Gesù, e già pensa a morir per me, giacché per questo è venuto al mondo;
    il mistero dell’Eucarestia, poiché è nato a Betlemme, la Casa del pane, in quanto egli è quel Pane vivo disceso dal Cielo reso presente dalla consacrazione nella Santa Messa sui nostri altari.
    Allora sì, la viva Fede in queste verità rede il Natale una notte e un giorno senza pari, che ancor oggi ci commuove profondamente.
    In questa Notte, in questo giorno, i sacerdoti dell’Istituto Mater Boni Consilii (certo, non solo loro…) non saranno nel calore delle loro famiglie, o nella pace delle loro case, ma sulle strade al fine di portare il Salvatore – e la Santa Messa, Oblazione pura – al maggior numero possibile di fedeli. Pregate per loro, come essi fin d’ora pregano per voi.
    In questo numero offriamo ai nostri amici e lettori parole non nostre ma che facciamo nostre. Prima di tutto, una pagina della rivista “Fede e Ragione” che fu fondata cent’anni fa, nel dicembre del 1919, da don Paolo de Töth, Mons. Umberto Benigni, Filippo Sassoli de’ Bianchi, e altri coraggiosi cattolici integrali, che abbiamo ricordato ad ottobre nella giornata modenese della Regalità sociale di Cristo Re. Pubblicammo nel passato il programma della rivista edito nel primo suo numero; offriamo oggi al lettore il programma che “Fede e Ragione” pubblicò ispirandosi all’enciclica programmatica di Pio XI del 23 dicembre 1922, dono di Natale anch’essa al popolo cattolico.
    In seguito, presentiamo al lettore una pagina di sant’Agostino che i sacerdoti, i religiosi e le religiose leggono anche nel divino ufficio, ove il grande dottore della Grazia ricorda come non basta una buona vita o una qualunque ‘fede’ per salvarsi: farisei, pagani, eretici, non entrano dalla Porta che è Gesù Cristo.
    Una galleria fotografica (ancora insufficiente a ricordare tanti bei momenti di questi mesi) permetterà al lettore di vedere coi suoi occhi tanti avvenimenti lieti del nostro Istituto, tante grazie concesse da Dio, e anche lo sviluppo davvero impressionante del nostro apostolato.
    Buon Natale, quindi, Santo Natale e buon anno nuovo, ed arrivederci al n. 70 della nostra rivista maggiore. Viva Cristo Re, viva Maria Regina, viva la Chiesa cattolica!»







    Guéranger, L'anno liturgico - 31 dicembre. San Silvestro, Papa
    http://www.unavoce-ve.it/pg-31dic.htm
    «31 DICEMBRE SAN SILVESTRO, PAPA

    Fin qui, abbiamo contemplato i Martiri presso la culla dell'Emmanuele. Stefano, che è caduto sotto le pietre del torrente; Giovanni, martire di desiderio, che è passato attraverso il fuoco; gli Innocenti immolati con la spada; Tommaso, ucciso sul pavimento della sua cattedrale: questi sono i campioni che fanno la guardia presso il neonato Re. Tuttavia, per quanto numerosa sia la schiera dei martiri, non tutti i fedeli di Cristo sono chiamati a far parte di questo battaglione scelto; il corpo dell'armata celeste si compone anche dei Confessori che hanno vinto il mondo, ma con una vittoria incruenta. Se il posto d'onore non è per essi, non debbono tuttavia esser privati del favore di servire il loro Re. Nelle loro mani, è vero, non c'è la palma; ma la corona di giustizia cinge le loro fronti. Colui che li ha incoronati, si gloria anche di vederli ai suoi fianchi.

    Era dunque giusto che la santa Chiesa, per riunire in questa meravigliosa ottava tutte le glorie del cielo e della terra, iscrivesse in questi giorni nel suo Ciclo il nome di un santo Confessore che rappresentasse tutti gli altri. Questo Confessore è Silvestro, sposo della santa Chiesa Romana, e mediante essa della Chiesa universale, un Pontefice dal regno lungo e pacifico di circa 22 anni, un servo di Cristo adorno di tutte le virtù e dato al mondo all'indomani di quelle furiose battaglie che erano durate tre secoli e nelle quali avevano trionfato, con il Martirio, migliaia di cristiani, sotto la guida di numerosi Papi martiri predecessori di Silvestro.

    Silvestro annuncia anche la Pace che Cristo è venuto a portare al mondo e che gli Angeli hanno cantata a Betlemme. Egli è l'amico di Costantino, conferma il Concilio di Nicea che ha condannato l'eresia ariana, organizza la disciplina ecclesiastica per l'era della Pace. I suoi predecessori hanno rappresentato Cristo sofferente: egli raffigura Cristo nel suo trionfo. È completo, in questa Ottava, il carattere del divino Bambino che viene nell'umiltà delle fasce, esposto alla persecuzione di Erode, e tuttavia Principe della pace e Padre del secolo futuro.

    O Sommo Pontefice della Chiesa di Gesù Cristo, tu sei dunque stato scelto fra i tuoi fratelli per decorare con i tuoi gloriosi meriti la santa Ottava della Nascita dell'Emmanuele. E vi rappresenti degnamente il coro immenso dei Confessori, tu che hai retto, con tanta forza e tanta fedeltà, il timone della Chiesa dopo la tempesta. Il diadema pontificio orna la tua fronte; e lo splendore del cielo si riflette sulle pietre preziose di cui esso è ornato. Le chiavi del Regno dei Cieli sono fra le tue mani: tu lo apri per farvi entrare i residui della gentilità che passano alla fede di Cristo e lo chiudi agli Ariani, nell'augusto Condito di Nicea, al quale presiedi per mezzo dei tuoi Legati, e al quale conferisci autorità, confermandolo con il tuo suffragio apostolico. Presto furiose tempeste si scateneranno nuovamente contro la Chiesa; i marosi dell'eresie verranno a percuotere la barca di Pietro; tu ti troverai già in seno a Dio; ma veglierai, con Pietro, sulla purezza della Fede e, per le tue preghiere, la Chiesa Romana sarà il porto in cu Atanasio troverà finalmente qualche ora di pace.

    Sotto il tuo pacifico regno, Roma cristiana riceve il premio del suo lungo martirio. Viene riconosciuta come Regina dell'umanità cristiana, e il suo impero come l'unico impero universale. Costantino si allontana dalla città di Romolo che è ormai la città di Pietro: la seconda maestà non vuoi essere eclissata dalla prima; e, fondata Bisanzio, Roma resta nelle mani del suo Pontefice. I templi dei falsi dei crollano, e fanno posto alle basiliche cristiane che ricevono le trionfali spoglie dei santi Apostoli e dei Martiri.

    Onorato di doni così meravigliosi, o Vicario di Cristo, ricordati di quel popolo cristiano che è stato il tuo popolo. In questi giorni, esso ti chiede di iniziarlo al divino mistero del Cristo Bambino. Attraverso il sublime simbolo che contiene la fede di Nicea e che tu hai confermato e promulgato in tutta la Chiesa, tu ci insegni a riconoscere Dio da Dio, Luce da Luce, generato e non fatto, consustanziale al Padre. Ci inviti ad adorare questo Bambino come Colui per il quale sono state fatte tutte le cose. Confessore di Cristo, degnati di presentarci a lui, come si son degnati di fare i Martiri che ti hanno preceduto. Chiedigli di benedire i nostri desideri di virtù, di conservarci nel suo amore, di darci la vittoria sul mondo e sulle nostre passioni, di custodirci quella corona di giustizia alla quale osiamo aspirare, quale premio della nostra Confessione.

    Pontefice della Pace, dalla tranquilla dimora in cui riposi, guarda la Chiesa di Dio agitata dalle più paurose tempeste, e scongiura Gesù, il Principe della Pace, di por fine a così crudeli agitazioni. Volgi il tuo sguardo su quella Roma che tanto ami e che custodisce caramente la tua memoria; proteggi e dirigi il suo Pontefice. Che essa trionfi sull'astuzia dei politici, sulla violenza dei tiranni, sulle insidie degli eretici, sulla perfidia degli scismatici, sull'indifferenza dei mondani, sulla rilassatezza dei cristiani. Ch'essa sia onorata, amata e obbedita. Che si ristabilisca la maestà del sacerdozio, si rivendichi la potenza dello spirito, la forza e la carità si diano la mano, il regno di Dio cominci infine sulla terra e non vi sia più che un solo ovile e un solo Pastore.

    Vigila, o Silvestro, sul sacro deposito della fede che tu hai custodito così integralmente; che la sua luce trionfi su tutti quei falsi e audaci sistemi che sorgono da ogni parte, come i segni dell'uomo nel suo orgoglio. Che ogni intelletto creato si sottometta al giogo dei misteri, senza i quali la sapienza umana non è che tenebre; e Gesù, Figlio di Dio, Figlio di Maria, regni infine, per mezzo della sua Chiesa, sulle menti e sui cuori.

    Prega per Bisanzio, chiamata un tempo la nuova Roma e divenuta così presto la capitale delle eresie, il triste teatro della degradazione del Cristianesimo. Fa' che i tempi della sua umiliazione siano abbreviati. Che essa riveda i giorni dell'unità; si decida a onorare il Cristo nel suo Vicario e obbedisca per essere salva. Che le genti traviate e perdute per il suo influsso, riacquistino quella dignità umana che solo la purezza della fede conserva e che essa sola può rigenerare.

    E infine, o vincitore di Satana, trattieni il Drago infernale nella sua prigione dove l'hai rinchiuso; spezza il suo orgoglio, sventa i suoi piani; vigila acciocché non seduca più i popoli, ma tutti i figli della Chiesa, secondo le parole di Pietro tuo predecessore, gli resistano con la forza della loro fede (1Pt 5,9).

    * * *

    Consideriamo, in questo settimo giorno dell'Ottava di Natale, il Salvatore che ci è nato, avvolto nelle fasce dell'infanzia. Le fasce sono la divisa della nostra debolezza; il bambino che esse coprono non è ancora un uomo, non ha ancora un vestito suo. Aspetta che lo si svolga; i suoi movimenti diventano liberi solo con l'aiuto degli altri. Così è apparso sulla terra, prigioniero nella nostra infermità, Colui che da la vita e il movimento ad ogni creatura.

    Contempliamo Maria, mentre avvolge con tenero rispetto le membra del Dio suo Figlio in quelle fasce, e adora l'umiliazione che egli è venuto a cercare in questo mondo, per santificare tutte le età degli uomini senza dimenticare la più debole e più bisognosa di assistenza. La piaga del nostro orgoglio era tale che occorreva questo estremo rimedio. Come potremo ora noi rifiutare di essere bambini, quando Colui che ce ne impone il precetto si degna di aggiungere alle sue parole un esempio così affascinante? Noi ti adoriamo, o Gesù, nelle fasce della debolezza, e vogliamo diventare in tutto simili a te.

    "Non scandalizzatevi dunque, o Fratelli - dice il pio abate Guerrico - di quella umile divisa, e non si turbi l'occhio della vostra fede. Come Maria avvolge il Figlio in quei miseri panni, così la Grazia, madre vostra, copre d'ombre e di simboli la verità e la segreta maestà di quel Verbo divino. Quando vi annuncio con le mie parole quella Verità che è Cristo, che altro faccio se non avvolgere Cristo stesso in umili fasce? Beato nondimeno colui ai cui occhi Cristo non appare misero sotto tali panni! La vostra pietà contempli dunque Cristo nelle fasce di cui lo ricopre la Madre sua, onde meritar di vedere, nella beatitudine eterna, la gloria e lo splendore di cui il Padre lo ha rivestito come suo Figlio unigenito".

    * * *

    L'anno civile termina oggi il suo corso. A mezzanotte, un nuovo anno spunta sul mondo e quello che l'ha preceduto scompare per sempre nell'abisso dell'eternità. La nostra vita fa un passo, e la fine di ogni cosa si avvicina sempre più (1Pt 4,7). La Liturgia, che inizia l'anno ecclesiastico con la prima Domenica di Avvento, non ha preghiere speciali nella Chiesa Romana per accompagnare quel rinnovarsi dell'anno con il primo gennaio; ma il suo spirito che risponde a tutte le situazioni dell'uomo e della società, ci avverte di non lasciar passare quel momento solenne senza offrire a Dio il tributo del nostro ringraziamento per i benefici che ci ha fatti nel corso dell'anno che è appena terminato.

    da: dom Prosper Guéranger, L'anno liturgico. - I. Avvento - Natale - Quaresima - Passione, trad. it. P. Graziani, Alba, 1959, p. 160-163».







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    Ligue Saint Amédée
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    «Intransigeants sur la doctrine ; charitables dans l'évangélisation [Non Una Cum]»








    TE DEUM LAUDAMUS!!!
    Preghiamo anche - oltre che per noi, per tutti i nostri cari familiari, parenti ed amici - per tutti i più soli ed abbandonati, i bisognosi, i malati, i sofferenti, gli agonizzanti e coloro che moriranno, ecc. per tutti i vescovi, sacerdoti e fedeli integralmente cattolici nonchè per il ravvedimento e la conversione di molte persone alla vera fede cattolica in questo Santo Natale ed ultimo giorno dell'anno 2019...
    Chiediamo per tutti noi la grazia di una buona morte e di poter giungere un giorno alla gloria del Cielo!!!

    Gesù Bambino, Verbo divino, Verbo incarnato, Pregate per noi che avete creato.
    ET VERBUM CARO FACTUM EST…
    CHRISTUS VINCIT, CHRISTUS REGNAT, CHRISTUS IMPERAT!!!
    Luca, SURSUM CORDA – HABEMUS AD DOMINUM!!!
    ADDIO GIUSEPPE, amico mio, sono LUCA e nel mio CUORE sarai sempre PRESENTE!
    «Réquiem aetérnam dona ei, Dómine, et lux perpétua lúceat ei. Requiéscat in pace. Amen.»

    SURSUM CORDA - HABEMUS AD DOMINUM!!! A.M.D.G.!!!

  4. #14
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    Lightbulb Re: 31 dicembre - S. Silvestro I, Papa

    31 DICEMBRE 2020: SAN SILVESTRO, PAPA E CONFESSORE; NELL'ULTIMO GIORNO DELL'ANNO RENDIAMO GLORIA A DIO, TE DEUM LAUDAMUS...




    "Te Deum (31.12) --->"
    https://www.sursumcorda.cloud/preghi...eum-31-12.html

    “Preghiera per l’ultimo giorno dell’anno (31.12) --->”
    https://www.sursumcorda.cloud/preghi...nno-31-12.html
    https://www.sursumcorda.cloud/tags/te-deum.html

    "Orazione a San Silvestro I, Papa e Confessore (31.12) --->"
    https://www.sursumcorda.cloud/preghi...ore-31-12.html
    https://www.sursumcorda.cloud/tags/p...silvestro.html









    https://www.radiospada.org/2020/12/d...izio-dellanno/
    «Devozioni e indulgenze per la fine e l’inizio dell’anno
    31 Dicembre 2020 | Devozioni e preghiere


    Devozioni e indulgenze per la fine e l’inizio dell’anno
    “Coroni l’anno con i tuoi benefici,
    al tuo passaggio stilla l’abbondanza“
    (Ps, 64, 12)

    ISTRUZIONE SULL’ULTIMO GIORNO DELL’ANNO

    Alla fine d’ogni anno si deve pensare come infallibilmente si penserà al fine della vita. Il numero dei giorni onde l’uno e l’altro è composto, felici o infelici, mesti o ridenti, tutto è passato e l’impressione che hanno fatto nell’anima gli uni e gli altri egualmente si cancella. Eccovi giunto all’ultimo giorno dell’anno che è stato l’ultimo per molti. Che amaro rincrescimento se lo avete mal impiegato! Ma parimenti che dolce consolazione se tutti i giorni sono stati per voi giorni pieni; se avete fatto un sant’uso di tutto questo tempo; se avete posti a guadagno i beni e i mali; se avete riformati i costumi; se avete praticati con puntualità i vostri esercizi di divozione; se avendo letto ogni giorno la vita de Santi ne avete imitate le virtù; e avendo fatto ogni giorno qualche pia considerazione non l’avete mai fatta senza qualche frutto; infine se avendo avuto in tutto il corso dell’anno tante sante ispirazioni, tanti religiosi impulsi tanti salutari desiderj, tanti esempj o da rigettare o da seguire, siete stato fedele alla grazia e discernendo il vero dal falso, quanto vi era di seducente da quanto era per voi salutare, siete stato savio a sufficienza da non affaticarvi che per la vostra salute. E sia come si voglia, passate per lo meno sì santamente tutto quest’ultimo giorno, che abbiate questa sera la consolazione di non aver perduto tutto l’anno. Il mezzo più proprio per cominciare un nuovo anno è il terminar santamente quello che sarà per finire. Approfittatevi con diligenza e con fervore di questo avvertimento. E una pratica di pietà molto utile e le anime ferventi non manchino di conformarvisi cioè di fare in questi ultimi dì una confessione straordinaria dei peccati più considerevoli commessi nel corso dell’anno passato quest’ultimo giorno in una specie di ritiramento. Sia almeno quest’ultimo dì tutto per il Signore o per la vostra salute. Non vi contentate di leggere tutto questo, mettetelo in opera! Una lettura secca e sterile sarebbe più nociva che utile. Ringraziate poi Dio in particolare di tutte le grazie che avete ricevute. Questo Ringraziamento si deve a Dio per convenienza, per dovere, per interesse: 1) per Convenienza perchè niente più conforme al buon tratto di quello che il beneficato restituisca in qualche maniera al benefattore quel bene che per pura liberalità ha da lui ricevuto e questo può farlo ognuno con esprimergli alla meglio la propria riconoscenza; 2) per Dovere perchè ogni uomo è portato dalla propria natura a rispondere colla riconoscenza a chi gli ha fatto del bene, onde diceva Filone che se ogni virtù è santa la gratitudine è santissima; 3) per Interesse perché la corrispondenza ai doni già ricevuti è pel donatore lo stimolo il più potente ad impartir nuovi doni. E perciò se Dio vuol essere ringraziato da noi non è già perché abbia bisogno dei nostri ringraziamenti, ma perchè ama che noi gli presentiamo dei nuovi titoli per farci dei nuovi beneficj. Quindi merita eterna lode il P. Camillo Ettore della Compagnia di Gesù, il quale pel primo introdusse in Bologna il costume, che poi si sparse in tutta Italia, di cantare quest’oggi pubblicamente nelle chiese il Te Deum per ringraziare il Signore dei benefizj impartitici in tutto l’anno; e l’anime pie non devono mancare a così bella funzione. Visitate poi in questo giorno qualche Cappella o qualche Chiesa nella quale la S. Vergine è più particolarmente onorata per ringraziarla con più vivo fervore di tanti benefizj che avete ricevuti sotto la sua potente protezione e consacratevi di nuovo al suo servizio. Non vi scordate dei Santi Angeli e in specialità del vostro Angelo Custode. Di che non gli siete debitore? Mostrategli in questo giorno la vostra gratitudine. Ringraziate i Santi delle grazie che avete ricevute da Dio per la loro intercessione e interessateli della vostra salute coi vostri sentimenti di riconoscenza. Fate più abbondanti che vi è possibile delle elemosine ai poveri all’intento di riparare con questa liberalità straordinaria a tante pazze spese che avete sacrificate ai vostri piaceri o alla vostra vanità. Nella vostra casa medesima, se non vi è possibile in chiesa, passate buona parte della sera in affettuose adorazioni del SS. Sacramento per riparare in qualche maniera a tante veglie passate nel giuoco o in altre inezie. Terminate infine quest’anno tanto cristianamente quanto vorreste al presente averlo scorso. Tutte queste religiose industrie serviranno a meraviglia per l’affare importante di vostra salute Recitate intanto la seguente

    ORAZIONE PER L’ULTIMO GIORNO DELL’ANNO.

    Quanti motivi non ho io di confondermi e d’umiliarmi profondamente davanti a Voi, o mio Dio, se mi faccio a confrontare la bontà vostra verso di me colla mia continua sconoscenza verso di Voi! Mentre nel decorso dell’anno ormai compito avete comandato alla morte di recidere colla sua falce tanti fiori e tante piante che formavano il miglior ornamento del campo misterioso di questo mondo, avete imposto alla medesima di rispettare la mia vita, che, come pianta infruttuosa, occupava inutilmente il terreno, e, come erbaggio di pessima specie, non faceva che impedir lo sviluppo dei vicini germogli, ed ammorbar tutta l’aria col suo ingratissimo odore. E ciò con tanta maggiore mia colpa, in quanto che, non contento Voi di preservarmi dal meritato sterminio, mi avete sempre contraddistinto coi segni i più evidenti della vostra amorosa predilezione, allontanando da me tutto quello che poteva nuocere in qualche modo cosi al mio spirito come al mio corpo, ed accordandomi le grazie le più efficaci alla santificazione dell’uno e alla salute dell’altro. Che se qualche volta avete inclinato verso di me la punitrice vostra destra, furono tutti leggieri i suoi colpi, e sempre temperati dalle dolcezze della vostra misericordia. Ma se finora ho corrisposto si indegnamente a tutti i vostri favori, voglio emendare almeno adesso l’inescusabile mio fallo, ringraziandovi prima di tutto cordialissimamente di tutte le vostre beneficenze cosi spirituali come temporali, e domandandovi sinceramente perdono di quanto ho osato commettere contro di Voi. Voi degnatevi di accettare le mie attuali proteste come una ritrattazion sincera di tutto il passato e una caparra sicura della mia emendazione nell’avvenire. Intanto mettete Voi il compimento alle vostre misericordie col rassodare nelle fatte risoluzioni la mia volontà sempre instabile, onde facendo servire alla giustizia quelle potenze e quei sensi che già servirono alla iniquità, dia finalmente a Voi tanto di gloria, quanto già vi ho recato di sfregio colle replicate mie colpe. Voi che mi ispirate cosi nobili e cosi doverosi sentimenti , degnatevi ancora di darmi forza, onde mandarli ad effetto, e così verificare il detto consolantissimo del vostro Apostolo, che si vide sovrabbondare la grazia dove prima abbondava la iniquità.

    Indi si recita, o col popolo in pubblica funzione o privatamente, il Te Deum per ringraziare il Signore dei beneficj ricevuti.

    INDULGENZE DEL TE DEUM
    – Ai fedeli che in rendimento di grazie per i benefici ricevuti recitano devotamente il Te Deum, è concessa un’indulgenza di 5 anni. A quelli invero che nell’ultimo giorno dell’anno interverranno al canto del medesimo inno nelle chiese o pubblici oratori o (per chi ne è legittimato) negli oratori semipubblici, in ringraziamento dei benefici ricevuti lungo il corso dell’anno, è concessa: un’indulgenza di 10 anni, plenaria che, confessati e comunicati, si pregherà a mente del Sommo Pontefice (S. Paen. Ap., 10 aug. 1936).
    – Ai fedeli che tra l’ultima mezz’ora dell’anno vecchio e la prima del nuovo, interverranno al pio esercizio di rendimento di grazie alla Santissima Trinità per i benefici ricevuti e di implorazione del divino aiuto, e pregheranno a mente del Sommo Pontefice, è concessa: un’indulgenza di 10 anni; plenaria se confessati e comunicati.
    Lucrano l’indulgenza plenaria, alle solite condizioni, coloro che sono legittimamente impediti a partecipare alla pubblica funzione (Breve Ap., 5 dee. 1876; S. Paen. Ap., 9 dee. 1932).

    ISTRUZIONE SUL PRIMO GIORNO DELL’ANNO

    Qualunque affare del mondo, perchè abbia buon riuscimento conviene che cominci da Dio, che è il padrone di tutti gli eventi. E ciò si fa coll’invocare preventivamente il suo santo ajuto. Cosi fece Davide prima di agitare la sua fionda per abbattere il gigante Golia. Cosi fece Giuditta prima di vibrare quel colpo che, troncando il capo a Oloferne, doveva salvare tutta Betulia. E cosi fanno tutti i buoni cristiani, facendosi segno della Croce al principio d’ogni azione di qualche rilievo. Quanto più adunque deve ciò farsi al principio dell’anno, ch’è il principio d’innumerevoli azioni? Tanto più che Dio è sempre stato geloso delle primizie, volendo con esse venir da noi riconosciuto per unico Autore di ogni bene; quindi ordinò nel Levitico che, al primo mietersi delle nuove biade, Gli si offerissero in sacrificio due pani formati col grano novello. Quanto più adunque, sul cominciare dell’anno, esigerà Egli le primizie della nostra divozione, del nostro spirito. Per determinarci a una speciale santificazione di questo primo giorno, convien riflettere al nuovo debito che ognuno contrae in oggi con Dio, essendo per sua sola benignità che ci è concesso di vivere ancora in quest’anno mentre, per l’abuso fatto degli anni antecedenti, noi meritammo d’aver troncata la nostra vita. È bene anche considerare che quest’anno potrebbe per noi essere l’ultimo in cui il Signore voglia soffrire la nostra malvagità ed aspettarci A penitenza, facendo con noi come fece con quell’albero di Fico infruttuoso descritto al capo 13 di Luca. Avealo il padrone condannato alla scure ed alle fiamme in pena del non aver esso per tre anni continui reso alcun frutto. Ma, per le preghiere del vignaiuolo, s’accontentò d’aspettare un altro anno per vedere se con nuova coltura potesse rendersi fruttuoso. Nell’istessa guisa il Signore dopo aver sopportato tanti anni la nostra vita sterile affatto di ogni bene e solo feconda di colpe, ci concede adesso quest’altro anno, affinché ci ravvediamo dei nostri falli, o corrispondiamo con fervore a tanti suoi beneficj. Diciamo dunque con Davide: – Ho fatta la mia risoluzione. Voglio proprio cominciare davvero ed essere buono. Ego dixi, nunc coepi. Anno nuovo. Vita nuova. A questo intento sono utilissime le pratiche seguenti: 1) Prolungare le proprie orazioni per implorar il divino ajuto; 2) Comunicarsi con gran divozione; 3) Dare in limosina tante monete quanti sono gli anni della propria vita oppure recitare altrettanti Pater ed Ave onde ringraziare il Signore d’averci finora conservati; 4) Fare le proteste le più sincere di una vita tutta piena di opere buone a santificazione di sé, e ad edificazione del proprio prossimo.

    ORAZIONE PEL PRIMO GIORNO DELL’ANNO.

    Che sarà di me, o mio Dio, in quest’anno, a cui per vostra misericordia do lietamente principio, in questo giorno? Avrò io la sorte di aggiungerlo intero ai molti altri che già m’avete concessi, o sarà quello che chiuderà il corso della mia vita a cui terrà dietro il terribil passaggio dal tempo all’eternità? Voi solo che siete l’arbitro sovrano di tutt’i tempi, sapete tutto quello che ha d’avvenirmi: io non so altro se non che colla mia passata condotta ho meritato d’essere le mille volte cancellato dal numero dei viventi, e sepolto nel baratro dei reprobi: quindi non cesserò mai di lodare e di benedire la vostra misericordia, che si compiacque di sottrarmi ai rigori della vostra giustizia, e di farmi parte di quei favori che si dovrebbero solamente a chi vi serve con fedeltà. E, siccome per nostro bene avete nascosto a noi tutti il momento da Voi stabilito per chiamarci al vostro giudizio, cosi fate che io approfitti di quest’incertezza per viver sempre in conformità ai vostri santi comandamenti, e così prepararmi propizia la grande sentenza che dee fissare la mia sorte per tutta quanta l’eternità. Ma, cosa sono io, o Signore, senza l’ajuto della vostra grazia, se non un terreno arido e secco, che non produce che triboli e spine? Piovete adunque sopra di me questa misteriosa rugiada, onde, benedetto da Voi, possa col successo il più felice, applicarmi all’estirpamento di tutti gli abiti peccaminosi che mi dominarono fino al presente, all’acquisto di tutte quelle virtù che ho finora trascurate, alla pratica di tutte quelle opere che sono indispensabili all’assicurazione della mia eterna salvezza. La sanità del mio corpo, la prosperità de’ miei interessi, la preservazione di tutt’i mali che possono in qualche maniera o molestare la mia persona, o alterare la mia sorte, io le rimetto intieramente nelle vostre mani, ben persuaso che Voi non mi lascerete mancare giammai quanto mi può essere vantaggioso, e terrete sempre da me lontano tutto quello che può compromettere la mia santificazione o la mia salute. Siccome però le mie preghiere sono troppo miserabili, cosi, ad assicurarmi il conseguimento di tutte queste grazie, interponete Voi, o gran Vergine, la vostra potentissima mediazione; tenetemi sempre sotto il manto del vostro amorevole patrocinio: fate sempre le parti d’avvocata per me; amatemi sempre qual vostro figlio, e non permettete giammai che un solo istante io mi raffreddi nel vostro santo servizio, giacché sarebbe questo un declinare dalla strada sicura per cui si giunge a salvamento. Angelo mio Custode, che già da tanti anni vegliate amorosamente sopra di me, non permettete che io contristi di nuovo il vostro amantissimo cuore e il vostro purissimo sguardo coll’ assecondare, come per lo passato, le mie disordinate passioni. Rispetti sempre la vostra presenza; ascolti sempre i vostri consigli; e tema sempre le vostre minacce, giacché voi non cercate altro che il vero mio bene temporale ed eterno. Santi tutti del cielo, e specialmente voi che vi trovaste già nel mio stato, voi il di cui nome io porto, voi che la Provvidenza mi ha assegnato a particolari Protettori in quest’anno, ottenetemi colla vostra intercessione che, camminando sempre fedele nella strada da voi già percorsa, tanto più acquisti di merito quanto più mi è dato di vita, e, a somiglianza delle Vergini prudenti, vivendo sempre in aspettazione dell’arrivo dello Sposo, tenga sempre ben allestita la lampada misteriosa della fede, della carità e delle buone opere, senza di cui non è possibile partecipar al convito a cui foste già ammessi, e che sarà sempre fecondo delle più squisite delizie per tutta quanta l’eternità.
    Pater, Ave, Gloria, Salve Regina, Angele Dei.

    In fine si canta il Veni, Creator per implorare l’aiuto dello Spirito Santo per l’anno incipiente

    INDULGENZE DEL VENI, CREATOR
    Ai fedeli che il primo giorno dell’anno interverranno al canto del Veni, Creator nelle chiese o pubblici oratori o (per chi ne è legittimato) negli oratori semipubblici, per implorare il divino aiuto per l’anno incipiente, è concessa:
    – Indulgenza di 10 anni:
    – Indulgenza plenaria se, confessati e comunicati, pregheranno a mente del Sommo Pontefice (S. Paen. Ap., 10 aug. 1936).

    Fonti: Manuale di Filotea del canonico Riva; Enchiridion indulgentiarum (Roma, 1952)
    Fonte immagine: tommasoapostolo.it »











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    "RUBRICHE PER BREVIARIO E MESSA

    31 Dicembre

    San Silvestro I Papa e Confessore, Doppio, Paramenti bianchi
    Commemorazione dell'Ottava di Natale

    Ufficio: Salmi Feriali, il resto dal Comune di un Confessore Pontefice e dal Proprio

    Dossologia: Incarnazione

    Melodia degli inni alle Ore: Natale

    Alma Redemptoris Mater: Tono Semplice, cantata in ginocchio (dopo i Vespri, Tono Solenne)

    Angelus: recitato/cantato in ginocchio

    Al Mattutino, tre notturni, Te Deum. Alle Lodi, Commemorazione dell'Ottava.

    A Prima, verso "Qui natus", Lezione Breve = Capitolo da Nona.

    La Messa è cantata dopo Terza, Gloria, Commemorazione dell'Ottava, no terza orazione, Credo, Prefazio e Communicantes del Natale.

    Primi Vespri della Circoncisione del Signore ed Ottava del Natale, no Commemorazioni.

    A Compieta, salmi della Domenica"







    TE DEUM LAUDAMUS!!!
    Preghiamo nuovamente anche - oltre che per noi, per tutti i nostri cari familiari, parenti ed amici - per tutti i più soli ed abbandonati, i bisognosi, i malati, i sofferenti, gli agonizzanti e coloro che moriranno, ecc. per tutti i vescovi, sacerdoti e fedeli integralmente cattolici nonché per il ravvedimento e la conversione di molte persone alla vera fede cattolica in questo Santo Natale ed ultimo giorno dell'anno 2020...
    Chiediamo per tutti noi la grazia di una buona morte e di poter giungere un giorno alla gloria del Cielo!!!

    Gesù Bambino, Verbo divino, Verbo incarnato, Pregate per noi che avete creato.
    ET VERBUM CARO FACTUM EST…
    CHRISTUS VINCIT, CHRISTUS REGNAT, CHRISTUS IMPERAT!!!
    Luca, SURSUM CORDA – HABEMUS AD DOMINUM!!!
    ADDIO GIUSEPPE, amico mio, sono LUCA e nel mio CUORE sarai sempre PRESENTE!
    «Réquiem aetérnam dona ei, Dómine, et lux perpétua lúceat ei. Requiéscat in pace. Amen.»

    SURSUM CORDA - HABEMUS AD DOMINUM!!! A.M.D.G.!!!

 

 
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